Construcciones de la discapacidad en Lecciones para una liebre muerta de Mario Bellatín
Mario Bellatín |
La obra literaria del mexicano Mario Bellatín (Ciudad de
México, 1960) está marcada por la presencia de personajes enfermos, con
deformidades o limitaciones físicas.
En la mayoría de sus narraciones estos sujetos ocupan papeles
protagónicos, como por ejemplo en Flores
(2000), un conjunto de treinta y cinco fragmentos que gira en torno a la
deformidad física producida a millares de niños a causa de un medicamento
ingerido por sus madres durante la gestación. El papel principal lo ocupa un escritor quien a causa del
medicamento carece de una pierna, y cuyo tiempo se reparte entre la escritura,
búsquedas sexuales subterráneas e inevitables episodios místicos enmarcados dentro
de la práctica del islam. O en Salón de Belleza (1994), una de sus
novelas más estudiadas por la crítica por su supuesta relación con el SIDA, que
cuenta cómo un salón de belleza es convertido por su propietario – ex-travesti
y peluquero – en un “moridero” donde las víctimas de una extraña epidemia que
hasta ahora comienza a desencadenarse, puedan pasar sus últimos días.
Considerando la importante presencia de personas con
limitaciones físicas en la obra de Bellatín, y la variedad de las formas que adopta,
he querido hacer una lectura crítica desde la perspectiva de los estudios de
discapacidad, la cual ofrece la posibilidad de trazar nuevas relaciones entre
la obra de este autor y la realidad social mexicana y atinoamericana, en
especial con respecto a las dinámicas de regulación y normalización. Esta oportunidad resulta importante, si
tenemos en cuenta la inclinación de la crítica a analizar los aspectos
estéticos y narrativos del trabajo de Bellatín, y a considerar todos sus gestos
‘atípicos’ como parte de un universo paralelo que sólo tiene validez en la
ficción. En relación con la
diferencia física, es importante anotar que los estudios de discapacidad apenas
comienzan a realizarse en Latinoamérica, mientras que en los Estados Unidos son
un campo de investigación bien consolidado. Tal situación, tiene que ver, por supuesto, con la atención
que se presta a la discapacidad en los diferentes contextos sociales, la cual,
a su vez se relaciona con los distintos niveles de desarrollo, tanto en términos
económicos como de los derechos civiles, ambos íntimamente ligados. Con este trabajo, realizado a modo de
exploración de un terreno poco frecuentado, pretendo abrir una reflexión, no
sólo sobre las representaciones de la discapacidad realizadas por Bellatín en
sus textos, sino sobre las particularidades de la experiencia y de los
imaginarios sobre la discapacidad en la cultura latinoamericana.
La novela Lecciones
para una liebre muerta (2005), que consiste en doscientos cuarenta y tres
fragmentos en los cuales se alternan varias narraciones protagonizadas en su
mayoría por personajes con limitaciones físicas, evidencia el contraste entre
una multiplicidad de formas y significaciones de la discapacidad, y la
invariable construcción del sujeto discapacitado como un otro imposible de
integrar. Aunque las condiciones
físicas de los personajes varían en cada texto, siempre está presente la
tensión entre normalidad y desviación, la cual configura identidades, relaciones
y roles sociales, y determina la forma en que unas y otras personas van a ser
tratadas. En este sentido se hace
pertinente la noción de discapacidad en términos de Garland Thomson, quien la
entiende como una “representación,
una interpretación cultural de la transformación o la configuración física y
una comparación de cuerpos que estructura relaciones sociales e instituciones;
la atribución de una desviación, no tanto como propiedad de los cuerpos sino
como un producto de las reglas culturales sobre lo que un cuerpo debe ser o
hacer” (6).
En este texto analizo las diferentes formas en que se
construye al sujeto discapacitado, haciendo énfasis en la asimetría entre la
percepción que el sujeto tiene de sí mismo y el lugar que le es socialmente
asignado; relación que en la novela se concreta a través diferentes grados de
mediación narrativa con respecto a la experiencia del discapacitado. Tal como lo afirma Susan Wendell en su
libro The Rejected Body, el punto
común entre las personas con discapacidades es el estar sometidas a
tratamientos opresivos por parte de la sociedad, a causa de sus configuraciones
corporales (28-30). De manera que
más allá de los términos con que se nombran los sujetos en el texto –
discapacitado, enfermo, deforme, bulto, inmóvil – o el hecho del reconocimiento
de la otredad, el cual tomo como punto de partida, me interesa entender cómo se
manifiestan en el texto diferentes formas de opresión tales como la segregación
social, la discriminación laboral, el abuso y la negligencia médica, entre
otras (31).
Visibilidad y opresión
En Lecciones para una
liebre muerta, Bellatín da continuidad a la modalidad de novela a partir
del fragmento que ya había utilizado en Flores
y La escuela del dolor humano de Sechuán
(2001). En esta ocasión, escribe
cinco narraciones que van alternándose para ocupar los fragmentos, y que, al
diferenciarse en su temática y personajes, se suponen fácilmente
rastreables. Sin embargo, los
radicales giros que toman las historias dificultan una lectura independiente y
un sentido estable de conjunto. En
un principio, los relatos cuentan las experiencias personales de diferentes
individuos, un poeta ciego, un traductor y su hermana poeta, un escritor
latinoamericano y el abuelo de un narrador y su compañera indígena, ambos
quechua-parlantes. Pero a medida
que avanzan, la atención del narrador se queda en ciertos detalles o se
desplaza hacia hechos laterales, olvidando casi por completo la existencia de
una historia más amplia.
Es dentro de esta dinámica compulsiva y amnésica, en la cual
sólo es posible prestar atención a un elemento a la vez, donde las anomalías
corporales hacen presencia y adquieren una frontalidad ineludible. El protagonista del primer relato es
antecedido y definido en todo momento por su discapacidad; el narrador se
refiere a él invariablemente como “el poeta ciego”, y su ceguera, que lo
diferencia de los otros, se constituye en razón del éxito de su poesía y la
filosofía que promulga. De otro
lado, en el relato del traductor y su hermana poeta, la deformidad aparece
cuando el narrador informa sobre los esfuerzos de esta mujer por lograr la
adopción simbólica de un par de gemelos nacidos sin extremidades, cuya
deformidad, indefensión y susceptibilidad al rechazo prometen satisfacer un
perverso impulso maternal. Lo que
sería la vida de los gemelos Kuhn aparece inicialmente en la novela Flores, donde se explora con detalle su
vida adulta y los espectáculos que ejecutan con sus cuerpos deformes. En Lecciones
para una liebre muerta Bellatín reescribe la historia de estos gemelos en
un plano secundario, pero usando numerosas frases del texto inicial; así, a
través de la reiteración intertextual, la discapacidad de estos personajes
adquiere una relevancia que le es negada en el texto más reciente, y se perfila
como uno de los núcleos narrativos del universo de discapacitados creado por el
mexicano.
En el caso del escritor, la atrofia de un brazo y su uso de una mano artificial,
hecho que a nuestros ojos lo construyen como discapacitado, sólo aparece ya
bien avanzado el relato. El resto
del mismo está dedicado a unos desmayos recientes que lo han obligado a
someterse a experimentaciones médicas, y al asma que le produjo toda serie de
privaciones durante la infancia.
En este relato no hay punto de escape; todas las variantes narrativas
retornan al cuerpo y a la tensión entre diferencia física y opresión, logrando,
a través de la superposición de condiciones corporales singulares, una
exagerada visibilidad de la discapacidad, que es común a todos los relatos.
De acuerdo con Thomson, quien reflexiona sobre las
representaciones de la discapacidad en diferentes manifestaciones culturales,
El acto
mismo de representar la otredad corporal ubica [a los discapacitados] en un
marco que resalta sus diferencias con respecto a lectores ostensiblemente
normales. Aunque tales
representaciones se refieran a relaciones sociales reales, ellas no reproducen
esas relaciones de manera mimética.
Por esta razón, los personajes son necesariamente representados por unos
pocos rasgos determinantes que crean una ilusión de realidad distante del
complicado e indiferenciado contexto en que viven las personas reales. (10)
Lecciones para una
liebre muerta subraya permanentemente la otredad de los
discapacitados. Pero la
centralidad de su experiencia, en contraste con el papel secundario que
normalmente se les asigna en los textos literarios y visuales, nos permite ver
los detalles de las situaciones que viven y de sus relaciones con otros,
evitando la simplificación sobre la que advierte Thomson. Un ejemplo significativo de esta
subversión de las representaciones tradicionales es la historia del
escritor. En ella, la discapacidad
se entiende más allá de las formas típicamente representadas, las cuales
normalmente se asocian a rasgos visibles (deformidad, inmovilidad, ceguera) y
se plantea según los términos de Wendell, como cualquier falta de habilidad
para realizar actividades al punto que impide la participación en algún aspecto
mayor de la vida en una sociedad, la cual tiene componentes biológicos,
sociales y experienciales (23). El
texto no sólo pone en el cuerpo de una sola persona múltiples formas de
discapacidad haciendo más compleja su experiencia, sino que, mediante el
contraste de las mismas muestra lo inestable que puede ser la relación entre
los tres componentes identificados por Wendell.
Por una parte, la carencia del brazo, que nos lleva a
reconocer al escritor como sujeto discapacitado, es para él tan sólo el
“símbolo del extraño síndrome causado por la talidomida” y por ello puede pasar
a un segundo plano (122). Aunque
su deformidad sea visible, esta condición no le significa ningún rechazo
familiar o social, y además, la disponibilidad de la mano artificial marca Otto
Bock le permite realizar su trabajo de escritor sin problemas. Desde su experiencia la deformidad no
lo convierte en un sujeto discapacitado; se trata más bien de una
particularidad física que le permite el uso de un objeto de diseño sofisticado,
por el que el sujeto siente gran aprecio: “Me gusta especialmente el color de
la mano [dice el escritor]. Es de un gris acero, que hace juego con la pieza
negra de carbono que la acompaña y que hace de antebrazo. En uno de mis últimos viajes conseguí
un reloj swatch diseñado con los mismos tonos. Me pareció sorprendente que la combinación de colores fuera
idéntica. […]. Compré el reloj de
inmediato” (77). Sin embargo,
entre los múltiples fragmentos dedicados a las maravillas de la mano Otto Bock
se percibe la pobreza que es, según Wendell, la circunstancia social más
discapacitante (41), sobre todo en los países menos desarrollados, donde los
programas de apoyo económico y laboral son casi inexistentes. Al describir con sutil euforia los
accidentes que ha tenido y su imposibilidad de pagar la mano ya sea en el
presente o el futuro, el personaje trata de evadir el choque con las
limitaciones sociales que lo configuran como sujeto discapacitado.
Por otra parte, el escritor experimenta una serie de
desmayos que, a pesar de su aparente trivialidad, resultan verdaderamente
discapacitantes, en la medida en que los medicamentos con que los médicos,
infructuosamente, intentan su curación, le impiden realizar su trabajo y le
producen efectos adversos que él no es capaz de asimilar:
Sentía
una extraña rigidez muscular, así como una creciente apatía. Me preocupó asimismo el desánimo sexual
que comencé a experimentar.
También el hecho de que mis encía sangraban. (41)
Poco a
poco los terribles síntomas fueron disminuyendo. Sin embargo, la superficie de todo mi cuerpo quedó
quemada. A los pocos días cambié
totalmente de piel. El hígado
también quedo afectado por la intoxicación. (49)
Sufrí
alucinaciones, la aparición de ideas obsesivas y la imposibilidad de ordenar
[…] mi rutina diaria (54)
Aquí, el cuerpo no sólo padece la enfermedad, sino que se
deteriora progresivamente y se pone en riesgo a causa de la negligencia
médica. De esta manera, una
condición biológica aparentemente normal se transforma, por circunstancias
sociales, en este caso institucionales, en una condición limitante que el
escritor experimenta como una discapacidad global.
Trileptal
Keppra
Lamicdal
Topamax
Atemperator
pediátrico.
Ninguno
funcionó. (69)
El escritor recorre los medicamentos como anexos que le son
agregados a su cuerpo y lo transforman cada vez en un nuevo tipo de
sujeto. Sus rasgos físicos y su
ánimo están sometidos al desinterés de los médicos, quienes ejercen su opresión
a través de un supuesto conocimiento, frente al cual no hay alternativa. En sus libros anteriores, entre ellos Salón de belleza y Flores, Bellatín también reflexiona sobre el papel de la ciencia y
las instituciones en la sociedad, a través de las intervenciones en los cuerpos
individuales. En esta reflexión,
que no oculta su componente autobiográfico – el síndrome del escritor es una representación
del que padece el mismo Bellatín – se construye a las personas en general como
sujetos frágiles susceptibles de ser discapacitados por la maquinaria
institucional y el enfoque tecnócrata y funcionalista de la ciencia actual.
El papel de la mediación
En cada una de las narraciones que componen la novela, la
experiencia de la discapacidad llega a nosotros a través de narradores que
guardan distancias variables con respecto al sujeto discapacitado. Mientras la historia del escritor se
plantea como una memoria autobiográfica en la cual priman las percepciones y
sentimientos propios, la historia del poeta ciego se nos presenta a modo de
biografía en la voz de un narrador desconocido, cuyo conocimiento se limita a
hechos verificables. Esta postura
documental, que se afianza a través de un lenguaje inexpresivo y netamente
descriptivo, también está presente en el relato sobre el traductor y su hermana
poeta, aunque en este caso las historias de diferencia corporal se presentan
aún más mediadas, como resúmenes de lo narrado por personajes normales, o como
recuerdos de noticias y hechos de dominio público. Los diferentes grados de mediación evidencian la progresiva
ruptura entre la experiencia de la discapacidad y su representación, entre la
percepción que los sujetos pueden tener de su propia condición y la forma en
que se les encasilla desde fuera.
Así, a mayor grado de mediación, mayor desconocimiento de los
significados de la discapacidad para quien la vive, mayor desidentificación por
parte de las personas normales y mayor tendencia a los estereotipos.
A continuación me detendré en dos posiciones extremas, para
ilustrar la diferencia en las imágenes del sujeto discapacitado que se
construyen a partir de ellas:
Por una parte tenemos la historia del escritor que, al ser
narrada por el mismo, nos permite conocer sus percepciones sobre el cuerpo y la
forma en que la discapacidad afecta diferentes aspectos de su vida. Una vez el personaje informa los detalles
de su relación con la mano otto bock, la narración salta a una reflexión sobre
los sueños de su hijo y las dificultades de ser un padre ausente. En ella, la discapacidad no se discute
y toda la atención se vuelca sobre los sentimientos y preocupaciones del
escritor, quien en este segmento se define como padre y no como
discapacitado. Más adelante el
relato vuelve a centrarse en el cuerpo y la discapacidad que le produjo el asma
cuando niño. De esta manera, el
texto muestra que la discapacidad juega un papel importante en la vida del
sujeto, siendo determinante de su relación con otros, causándole conflictos y
haciéndolo vulnerable, pero que esta condición no lo define en su
totalidad. Sin embargo, este
movimiento en que la discapacidad desaparece y retorna, revelan cómo esta
produce marcas en la subjetividad, las cuales resultan imborrables a pesar de
los esfuerzos del sujeto por construirse desde otra perspectiva.
Al otro lado del espectro de las mediaciones tenemos el
relato sobre el poeta ciego. En
éste, un narrador distante que expresa constante desconocimiento sobre los
orígenes de los hechos, da a conocer al personaje como una suerte de filósofo
iluminado a quien la ceguera no le ha impedido recorrer el mundo y convertirse
en una figura de culto. Una
historia de superación signada por el abandono y la tragedia, termina por
convertirlo en un héroe mítico cuya discapacidad, más que una limitación,
constituye la posibilidad de entender la realidad desde lugares imposibles para
otros, y está asociada a la sabiduría y la pureza. Así lo sugiere la solemnidad con que el narrador refiere las
magníficas creaciones del personaje:
Cuando
cumplió los nueve años dictó su primer poema. Hizo que lo escribieran con letras grandes en la pared
principal de la casa donde creció.
El poema se refería a los reflejos y a cómo se hacían inciertos en los
espejos y en el tiempo. Pero había
un punto, los lunares, donde era tal la pureza de la iluminación que no podía
quedar más rastro que el sello oscuro que los caracterizaba. (23)
En este personaje se concreta el estereotipo del
discapacitado heroico, el cual, como lo sugiere Wendell, sirve como consuelo e
inspiración a los no discapacitados, en este caso los otros personajes y los
lectores, en tanto reafirma la posibilidad de superar las limitaciones del cuerpo
(64). El estereotipo se sostiene a
lo largo del texto, pero la incorporación de hechos corrientes y actitudes
disonantes en relación con esa imagen heroica, revelan su carácter ilusorio. En uno de los fragmentos el
narrador cuenta la gira del poeta ciego por diferentes poblados y la expone
como un espacio dedicado a la conversación con ancianos sabios y a la escritura
de magistrales poemas. Pero más
tarde la narración gira hacia la compra de una bicicleta y la contratación de
un muchacho para pasearlo a diario.
La tonalidad solemne de la narración se mantiene, pero los hechos
resquebrajan la imagen superior del poeta y lo muestran como un sujeto
discapacitado que depende de los otros para conocer los aspectos más sencillos
del mundo material.
La distancia del narrador con respecto al personaje nos
impide conocer sus sentimientos y pensamientos. Wendell diría que esta mediación hace sentir a los
discapacitados invisibles (65), pero en este relato lo que vemos es una
invisibilidad parcial e intencionada por parte del poeta, quien utiliza su
figura de héroe para protegerse de las agresiones y de las restricciones
prácticas que le impone su ceguera.
Apoyado en su historia y en la imagen que de él tienen los demás, el
poeta se manifiesta poderoso y autoritario. Da órdenes, toma decisiones económicas, e incluso somete a
su pareja a sutiles tipos de opresión, como prohibirle mostrar en público un
perro de peluche o tres pequeños lunares que había en su dedo meñique. De otro lado, invierte todos sus esfuerzos
en la creación de una filosofía propia basada en restricciones corporales, de
la cual el “Tratado de la austeridad”, y el “Tratado de las cosas difíciles de
explicar” son las obras maestras.
A través de esta filosofía, que es aceptada por numerosos seguidores, el
poeta ciego se construye un marco de normas y convenciones que, a pesar de ser
restrictivo, le garantiza capacidades plenas. Así, la línea de la otredad se desdibuja y el poeta logra
consolidarse como un sujeto poderoso.
Sin embargo, su simulacro se va al suelo cuando, seducido por su
enfermera de una forma que no se nos revela, el poeta rompe el celibato
impuesto por su propia filosofía.
De esta manera, el texto revela la vulnerabilidad del sujeto y la
imposibilidad de superar las clasificaciones establecidas.
Como he mencionado, la historia del poeta ciego y del
escritor, son sólo los extremos en un amplio espectro de mediaciones que
generan diversas aproximaciones al sujeto discapacitado. La coexistencia de estas perspectivas,
y de las múltiples experiencias de discapacidad dentro del mismo texto; las
superposiciones y diferencias, así como las contradicciones que se dan entre
unas y otras, consolidan una visión de la discapacidad que supera los
estereotipos y las simplificaciones.
En Lecciones para una liebre
muerta, la discapacidad, hipervisible y mediada, se plantea como una
experiencia compleja marcada por los choques entre los cuerpos individuales y
un cuerpo social alineado en defensa de una homogeneidad que no le pertenece.
Trabajos citados
Bellatín,
Mario. Obra reunida. México
D.F: Alfaguara, 2005.
Garland-Thomson,
Rosemarie. Extraordinary Bodies: Figuring Physical Disability in American Culture
and Literature. New York:
Columbia University Press 1997.
Wendell,
Susan. The Rejected Body: Feminist Philosophical Reflections on Disability. New York, London: Routledge, 1996.
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