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lunes, 9 de septiembre de 2013

Reflexiones en cuatro entregas: sobre el cuerpo en la literatura latinoamericana contemporánea


Primera entrega: el entremés

Algunas aproximaciones teóricas a las problemáticas del cuerpo

El cielo dividido. Dirigida por Julián Hernández (2006)

            Durante las últimas décadas se ha dado una intensa actividad intelectual en torno a la corporalidad, en áreas del conocimiento que van desde la filosofía, pasando por la historia y la antropología, hasta los estudios literarios y culturales.  Aunque estas teorías se han originado en diferentes sectores intelectuales, es necesario reconocer el papel clave del feminismo en la renovación del interés por el cuerpo y en la transformación de la visión que occidente tiene sobre el mismo.  Como lo señalan Margrit Shildrick y Janet Price en la introducción de la compilación Feminist theory and the body: “feminism has long seen its own project intimately connected to the body, and has responded to the masculinist convention by producing a variety of oftimes incompatible theories which attempt to take the body into account” (1).  Uno de los puntos que unifica a la variada red de teorías feministas es la centralidad del cuerpo y su actitud contestataria frente a la forma en que el régimen patriarcal lo ha tratado.  Esto último no sólo tiene que ver con la opresión que se ha ejercido sobre cuerpo de la mujer, sino con una preocupación más general sobre la concepción del cuerpo dentro de los esquemas de conocimiento, sobre sus significados, sus usos, las regulaciones y prohibiciones a las que ha sido sometido, y su potencial de transgresión.  En sus primeras elaboraciones, el feminismo se enfocaba en el papel subordinado de la mujer y el papel del cuerpo en esta jerarquización; posteriormente se vio en la necesidad de referir a otras formas de marginación y opresión ejercidas a partir de una devaluación del cuerpo; es así como comienzan a darse las intersecciones entre género, raza, religión y clase entre otras categorías.  Recientemente, el feminismo, nutrido por una variedad de teorías (postmodernismo, filosofía del proceso, fenomenología, entre otras), ha cuestionado el carácter fijo y natural del cuerpo, su organización orgánica y sus relaciones con otros cuerpos.  Dentro de este último grupo de teorías, encuentro de gran utilizad para el análisis de la producción cultural latinoamericana contemporánea los trabajos de Judith Butler, Elizabeth Grosz, Cressida Heyes y Susan Bordo. Todas estas autoras se enfocan en la movilidad del cuerpo y su carácter de construcción cultural (vs. natural), y toman en cuenta de forma directa o indirecta el concepto del poder disciplinario propuesto por Michel Foucault. 

A partir de la noción de poder disciplinario, Butler desarrolla su teoría de la performatividad de género, según la cual el género no es una esencia, sino que se produce en la ejecución reiterada de actos y gestos estilizados, siendo en la repetición donde surge la idea de un género.  Lo que podríamos llamar estándares de género se “producen en el acuerdo colectivo tácito de actuar, producir y mantener géneros diferenciados y polares” (Butler 171), pero el castigo o la exclusión a que se ven sometidos quienes no obedecen a tales estándares oculta el carácter de ficción cultural de esta categoría: “La construcción nos “obliga” a creer en su necesidad y naturalidad”.  Butler explora algunas actuaciones que pueden desestabilizar la matriz de género y que revelar su carácter ficticio, como por ejemplo la del travesti, que retaría las concepciones tradicionales al expresar la diferencia entre sexo y género, y también la distinción entre apariencia y realidad (Performative Acts 398).  El trabajo de Judith Butler sobre la corporalidad[1] es útil para el análisis de obras que se desarrollan en torno a la construcción de la identidad sexual, y en aquellas donde hay alguna tensión con respecto a la norma en la vivencia del género y la sexualidad.  El análisis de la masculinidad en relación con su perfil tradicional es uno de los temas de mi interés en este aspecto; más allá del análisis de obras individuales sería interesante rastrear cómo se han construido subjetividades masculinas dentro/fuera de la norma en obras de diferentes momentos históricos, y las implicaciones de una actuación errónea de la masculinidad normativa. Este tipo de análisis también sería interesante en cuanto a la homosexualidad y su reconocimiento u ocultamiento, en obras de diferentes períodos.  Un trabajo interesante podría hacerse en el cine, comparando películas como por ejemplo El lugar sin límites (1978), Doña Herlinda y su hijo (1985) y El cielo dividido (2003), tres películas mexicanas de distintas épocas en las cuales la homosexualidad y la identidad sexual reflejan las transformaciones en la significación cultural de estas nociones.

Por su parte, Heyes y Bordo toman la idea foucaultiana de la normalización para hablar sobre la autorregulación del cuerpo y la importancia de la imagen corporal en la sociedad contemporánea.  Estas autoras explican cómo en la sociedad contemporánea establece normas sobre la apariencia y desempeño de los cuerpos, a partir de las cuales se derivan subjetividades aceptadas o no aceptadas. En la normalización, la identidad se produce a partir del cumplimiento o desviación de la norma.  Algunas problemáticas estudiadas por estas autoras son la cirugía estética, la anorexia y otros desórdenes alimentarios, y la importancia de la belleza tanto en el cuerpo femenino como el masculino.  Esta perspectiva teórica resulta útil para el análisis de la producción cultural latinoamericana actual, en la cual se evidencia el peso de la apariencia corporal en la construcción de subjetividades y una pronunciada atención a modelos corporales provenientes de los medios masivos; en ellos, especialmente en la publicidad Bordo encuentra la principal fuente de estándares corporales en la actualidad.  Esta problemática se hace evidente en obras latinoamericanas recientes tales como la película Tan de repente de Diego Lerman, las obras pictóricas “La familia” de Alejandra Wolff  y “Amor de mí” de Santiago Iturralde, y textos literarios como Abzurdah de Cielo Latini, La guerra de los gimnasios de César Aira, Por favor rebobinar de Alberto Fuguet y Sin tetas no hay paraíso, entre muchas otras obras.

Grosz se aproxima al cuerpo como superficie de inscripción, una superficie en la que no sólo se inscriben tatuajes y decoraciones, cicatrices u otras marcas de la experiencia individual, sino también valores personales, normas y compromisos de acuerdo con la morfología y categorización del cuerpo en grupos sociales significantes (142).  Esta autora resalta que las marcas de cada cuerpo son únicas y por ello es posible construir una biografía del cuerpo para cada cuerpo individual y social, incluyendo todas las contingencias que lo han afectado, su contexto y sus características propias.  Desde mi punto de vista, esta perspectiva es valiosa para el análisis de la representación del cuerpo, los gestos que se realizan sobre él, sus cambios y su relación con el cambio en la subjetividad.  Muchos textos literarios y productos visuales se enfocan en la superficie del cuerpo y plantean sus cambios o sus características como representación de otras transformaciones, ya sea en el mismo sujeto o en el orden social.  La mutilación, la cicatriz, el envejecimiento, la decoración corporal, la enfermedad, pueden ser abordados desde esta perspectiva.  Algunas obras latinoamericanas donde sería pertinente un análisis de este tipo serían las películas Un año sin amor de Anaí Berneri, Madame Satá de Karim Ainouz, las novelas Cobra de Severo Sarduy, El obsceno pájaro de la noche de José Donoso y varias obras de los artistas chilenos Carlos Lepe y Diamela Eltit. En el caso de Lepe y Eltit, quienes produjeron sus obras en el marco de la dictadura de Pinochet, el trabajo sobre el cuerpo incluía la escritura sobre la piel, la marca a través de rituales de automortificación (cortar, quemar) y la simulación a través de la manipulación lúdica de la apariencia. De acuerdo con Nelly Richard, el cuerpo, “por ser zona limítrofe (entre la biología y la sociedad, la pulsión y el discurso, lo sexual y su categorización en términos de poder, la biografía y la historia, etc…), […] es zona privilegiada para un trabajo de rebasamiento de la experiencia que permite disgregar la frontera de sentido que la discursividad social prescribe como normal” (141).  Entonces, la reaparición de lo corporal en el arte chileno en el momento de la dictadura, juega con los límites entre lo individual y lo colectivo, y con la frontera de la normalidad: en el caso de Eltit, el dolor le permite acceso a la artista a zonas de identificación colectiva (142), a una experiencia de daño compartida; en Leppe hay un juego con la superficie y una teatralidad que cuestiona la rigidez y parálisis de las convenciones culturales.  Por otra parte, juega con los límites entre lo decible y lo indecible, lo inasimilable, motivando una regresión a otras formas de significación diferentes a la del lenguaje, a la estructuración simbólica, como diría Richard (143).  La marca en el cuerpo en estos artistas no es solamente una forma de causar impacto en la audiencia; ese impacto está dirigido a articular el sentido de una experiencia colectiva y a reconocer modos heterogéneos de significación que no hubieran sido bloqueados por la censura.

Los ejemplos teóricos que he mencionado no solamente evidencian su pertinencia para el estudio de obras latinoamericanas, sino también la centralidad de las teorías de Foucault en la producción intelectual reciente sobre la corporalidad.  Sus elaboraciones sobre el poder soberano y el poder disciplinario, el papel del espacio en el ejercicio de este poder, la normalización y autorregulación del cuerpo, y los usos del cuerpo son algunos de los puntos más importantes de su trabajo.  También considero significativas las elaboraciones de Gilles Deleuze y Félix Guattari sobre el deseo, las intensidades y las relaciones entre cuerpos, propuestas en sus obras Antiaedipus y  Thousand Plateaus y los aportes de Julia Kristeva sobre lo abyecto – en su libro Powers of Horror.  La perspectiva de Deleuze y Guattari, al plantear el devenir en oposición al ser, permite dar cuenta de los cuerpos móviles y en permanente transformación que se presentan en la producción cultural latinoamericana.  Estas corporalidades y formas de sentir se oponen a la rigidez de las clasificaciones y jerarquías establecidas por la sociedad, a la idea de las identidades esenciales y fijas y a la funcionalidad que rige la sociedad contemporánea.  Novelas como Cobra de Sarduy, El gran vidrio de Mario Bellatín, Cómo me hice monja y Mil gotas de César Aira, las novelas de Diamela Eltit, y la obra de Marosa Di Giorgio, Néstor Perlongher y Copi, manifiestan corporalidades en mutación; en ellas la mutación se transfiere también a los niveles del lenguaje y en algunos casos a la estructura narrativa.  Adicionalmente, esta teoría permite entender las problemáticas del deseo, las pasiones y las sensaciones sin necesariamente referirse a nociones como la falta, la prohibición y la enfermedad, y sin el afán de asignar sentidos estructurados (ni una funcionalidad) a todo lo que es sentido por el cuerpo.
Por otra parte, lo abyecto – entendido como aquello que el sujeto rechaza, aquello que hace colapsar el sentido, perturba la identidad y el orden del sistema: lo inmoral, lo corrupto – ha tenido una presencia importante en la literatura y las artes latinoamericanas, y se ha expresado de diferentes maneras: a través de lo monstruoso, de la representación de fluidos corporales, especialmente femeninos, de prácticas sexuales y corporales prohibidas, de la crueldad ejercida corporal o psicológicamente.  Desde mi perspectiva, lo abyecto resulta potente, y digno de análisis por su relación con lo prohibido, por su capacidad de hacer colapsar las leyes y de romper las estructuras de significado.  Su análisis en los textos y productos audiovisuales debe superar el impacto estético y buscar las problemáticas sociales y subjetivas a las cuales se dirige, o las intervenciones que quiere obrar fuera del cuerpo del texto o de la obra.  También vale la pena preguntarse si la recurrencia de ciertas imágenes o formas de abyección en el arte contemporáneo las ha librado de su carácter abyecto y las ha convertido en clichés.

En las próximas entregas realizaré un análisis de la corporalidad en tres textos latinoamericanos: La condesa Sangrienta de Alejandra Pizarnik, Los vigilantes de Diamela Eltit y Rosa Mística de Marosa di Giorgio, haciendo uso de algunos de los conceptos formulados por Foucault, Kristeva y Deleuze y Guattari.

Referencias para las cuatro entregas
Butler, Judith.  El género en disputa: el feminismo y la subversión de la identidad.  México D.F.: Paidós, 2001.
-----.  “Performative Acts and gender constitution”.  The Feminism and Visual Culture Reader. London and New York: Routledge, 2003. 392-401.
Deleuze, Gilles and Felix Guattari.  A Thousand Plateaus. 1980.  Minneapolis: University of Minnesota press, 1987.
Di Giorgio, Marosa.  “Rosa mística”.  El gran ratón dorado, el gran ratón de lilas: Relatos eróticos completos.  Buenos Aires: El cuenco de plata, 2008.
Eltit, Diamela.  Los vigilantes.  México D.F.: Fondo de cultura económica, 2004.
Foucault, Michel.  Vigilar y castigar.  Buenos Aires: Siglo XXI editores, 2003.
-----. “The Punitive Society”.  Ethics, Subjectivity and Truth.  Paul Rabinow Ed.  New York: The New Press, 1997.
Foster, David William. Violence in Argentine Literature; Cultural Responses to Tyranny. Columbia: University of Missouri Press, 1995.
Grosz, Elizabeth.  Volatile Bodies: toward a corporeal feminism. Bloomington : Indiana University Press, 1994.
Heyes, Cressida.  “Normalisation and the Psychic Life of Cosmetic Surgery”.  Australian Feminist Studies, 22: 52 ( 2007). 
Kristeva, Julia.  “Powers of horror”.  The portable Kristeva.  Kelly Oliver ed. New York: Columbia University, 2002. 230-263.
Pizarnik, Alejandra.  “La condesa sangrienta”.  Prosa completa.  Barcelona: Lumen, 2002.
Richard, Nelly.  Márgenes e Institución.  Arte en Chile desde 1973.  Melbourne -Australia;

Santiago-Chile: Art & Text, 1986.

Shildrick, Margrit y Janet Price. “Openings on the Body: a Critical Introduction”.  Feminist Theory and the Body.  A reader.  New  York: Routledge,1999.






[1] Me refiero particularmente a los libros Gender Trouble y Bodies that Matter

1 comentario:

  1. La corporalidad del río como ente vivo se entiende pues se le canta, se le pinta, se le fotografía, se le estudia, se le sabe poseedor de secretos y verdades del origen. El cuerpo es el río, el que ha sido vejado, maltratado y sin embargo abyecto el ser humano neoliberal que no ve en el río la vida y prosperidad colectiva, sino una posibilidad de satisfacer su ego… Aquí pensando después de leer tus “altos pensamientos”. Tanto que hay para ver, tanto para leer, tanto para entender. Gracias Tu.

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