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jueves, 21 de noviembre de 2013

Entrega 2: Notas sobre cultura visual y la producción latinoamericana

Entrega 2
Notas sobre cultura visual 
y la producción latinoamericana


A partir de las aproximaciones teóricas que he esbozado en la entrega anterior, de sus avances con respecto a modelos como la historia del arte o la aproximación textual, quisiera señalar algunas posibilidades que ofrece la cultura visual para el análisis de la producción latinoamericana contemporánea.

1.  Al incluir tanto el arte culto, como lo popular y lo masivo, sin el privilegio de unos sobre otros, la cultura visual nos permite entender mejor la producción artística de la modernidad latinoamericana, en la cual, desde el principio del siglo XX, hay una presencia de lo popular en el arte, aunque han sido pocos los casos en que los límites entre estos terrenos se han borrado.  Los trabajos históricos sobre el arte moderno latinoamericano suelen realizar una sucesión cronológica del arte en cada país, trazando relaciones entre la producción de los diferentes países y enfatizando en las formas de apropiación del arte europeo por parte de los artistas latinoamericanos y su relación con la construcción de una identidad nacional.  En el proceso de construcción de esa identidad, lo popular ha ocupado un lugar importante, en forma de personajes (Juanito Laguna de Berni o el brasileño mestizo de Tarsila de Amaral), temas (la manifestación en el caso de Berni o Noé) y formatos (el muralismo mexicano).  Aún así, es raro encontrar estudios que rompan el esquema lineal y aborden de forma transversal la relación entre lo popular y la tradición artística regional.  Creo que la cultura visual podría proporcionar las herramientas para hacer un análisis de ida y vuelta, es decir que incluya tanto la presencia de lo popular en el arte moderno como del arte en lo popular.   También permite abordar el papel central de lo masivo y su imbricación con lo popular, que se da a partir de la expansión de los medios de comunicación, del inicio de la masificación (Martín Barbero 248).

Acercamientos de este tipo enriquecerían los análisis sobre obras como las series “Juanito Laguna” y “Ramona Montiel”, del argentino Antonio Berni (1905-1981), en las cuales lo popular se hace presente de diversas maneras.  Estas son dos series de collages que fueron realizadas a principios de los años sesenta, y que incluían material de desecho, así como elementos de uso cotidiano.  Juanito es un niño que habita en las Villas miseria que nacen con la expansión urbana, mientras Ramona es una prostituta que encarna las costumbres de la ciudad; ella es la “‘milonguita’, la ‘costurerita que dio aquel mal paso’, imágenes de Carriego y también ciertos personajes de Borges” (Berni).  Ambos personajes habitan las calles y espacios de la ciudad, incorporan la tradición literaria, las costumbres y la estética kitsch asociada a lo popular (Giunta Internacionalism 156).  Según explica el autor en sus escritos, la creación de sus personajes se basa en la observación directa de la realidad; de la gente corriente obtiene el material para las narrativas que constituyen la biografía visual de Juanito y de Ramona.

Aunque tienen en común su carácter de marginados, las historias de ambos personajes son diferentes.  Los collages sobre Ramona y sus títulos evidencian una experiencia placentera y cierta movilidad social: “Ramona adolescente”, “La comunión de Ramona”, “Ramona costurera”, “Ramona Bailarina” son algunos de los títulos de la serie.  Por su parte, Juanito debe enfrentar dificultades relacionadas con la pobreza y sus apariciones no siempre son felices: “La familia de Juanito emigra” o “Inundación en el barrio de Juanito” evidencian las problemáticas sociales a que se enfrentan los argentinos en esa década, en la cual comienzan a realizarse fuertes esfuerzos por internacionalizar tanto la economía, como el arte.  En vez de celebrar el internacionalismo, como lo hicieron otros artistas del momento Berni trabaja en exhibir sus consecuencias (Giunta Versions and Inversions 77). Los materiales utilizados por el autor guardan una relación intencional con la realidad que representan; el collage de Berni no es un simple ensamblaje decorativo sino que busca plantearse como testimonio de una realidad social.  A partir de las obras y los escritos de Berni es posible establecer la relación del autor y de los objetos artísticos con lo popular, ver cómo se nutre de sus referentes y cómo intenta plantear una crítica a la dinámica social.  Sin embargo, para completar la ruta de ida y regreso entre el arte y lo popular, sería necesario responder preguntas que en este momento se encuentran fuera de mi alcance: ¿Cómo se exhibieron las obras? ¿Fueron aceptadas o rechazadas por el público y la crítica? ¿Cómo se vendieron? ¿Tuvieron contacto con las poblaciones a las cuales representan?

Otros problemas en los que sería útil la cultura visual y su negativa a privilegiar el arte sobre la cultura popular y masiva, serían la inclusión de referentes de lo masivo en el arte latinoamericano contemporáneo o la transferencia de medios populares como la fotografía amateur a la pintura.  Algunos ejemplos sobre los que podría profundizar en mi presentación oral, son la instalación “La menesunda” de Rubén Santantonín y Martha Minujín y la serie pictórica “Catálogo” de Alejandra Wolff.

2. La cultura visual no se limita al objeto sino que se ocupa del contexto en un sentido amplio y permite trazar relaciones entre medios, usos y mercados.  Al tener en cuenta la visualidad, el apparatus, las instituciones cuerpos y figuralidad (Evans), nos permite entender la forma en que la creciente disponibilidad de medios electrónicos en nuestros países, que implica una tendencia hacia lo virtual, está transformando los usos y formas de construcción de significado tradicionales de las imágenes, la relación de las personas con el arte y con lo masivo.  ¿De qué manera se relacionan los usuarios de internet con las imágenes del arte global y del arte local que circulan en la red de forma indiferenciada? ¿Hay alguna jerarquización entre geografías, y entre tipos de imagen (arte vs. otras imágenes? ¿Cómo afecta la disponibilidad de imágenes y el uso individual de las mismas el mercado del arte u otros objetos visuales? ¿De qué forma este uso modela o determina la producción visual en términos de temáticas, materiales, tecnologías?  Estas preguntas se hacen relevantes en los países latinoamericanos (en especial en las grandes ciudades) principalmente por el hecho de que la disponibilidad de tecnología se encuentra en crecimiento y convive de forma inestable con otras formas más tradicionales de visualización; formas no virtuales que implican mayor relación con lo local, tales como la asistencia a eventos públicos, la visita al museo, la biblioteca, el festival. 

El caso de la revista Ramona en Argentina, y su iniciativa “Bola de nieve” resulta ilustrativo con respecto a las transformaciones en lo visual generadas por la disponibilidad de la tecnología.  “Bola de nieve” es una página web en la cual los artistas del país publican su biografía y sus obras, y además invitan a otros artistas a hacer lo mismo.  A través de una suerte de nudos con múltiples conexiones, la página pone a disposición del usuario lo que pareciera ser “toda la oferta” del arte actual argentino, incluyendo fotografía, pintura, instalación, escultura entre otras modalidades, seleccionada y ordenada por los propios autores.  En la actualidad, la página cuenta con 989 artistas.  Frente a este fenómeno, la historia del arte se quedaría corta de herramientas pues no hay acceso a las obras como tales, y por lo tanto no hay posibilidad de realizar un análisis de obra riguroso.  Los aspectos curatoriales que se tendrían en cuenta en una exposición no aplicarían, como por ejemplo la disposición de las obras o la contigüidad entre autores que el curador normalmente establece.

La iniciativa, apoyada por la compañía española Telefónica, estaría cumpliendo los objetivos de incrementar la difusión del arte nacional, generar un diálogo entre los autores, así como entre autores y espectadores, e incluso generar un espacio para la conformación de una historia del arte local alternativa.  Sin embargo, el asunto no resulta tan simple; a través de la disposición de las imágenes de obras en la red, “Bola de nieve” genera una transformación en la forma de observación del arte y en los usos de las imágenes, afecta la dinámica de exhibición de las obras y la comercialización de las mismas.  El usuario que entra a la página sabe que está en presencia de obras de arte, pero la inmensa cantidad de imágenes de que dispone y la multiplicidad de conexiones que hay entre los autores, fomentan una relación con las imágenes que poco se diferencia de la que se establece con un catálogo de compra u otro banco de imágenes de internet.  Si al usuario no le gustó un pintor, puede ver otros 988 rápidamente.  Por otra parte, la apreciación de la obra, sus aspectos estéticos quedan simplificados, por la imposibilidad de acceder al contexto real de exhibición.  Rasgos primordiales para el autor como el tamaño y el material, son imposibles de apreciar, de manera que el criterio estético se reduce al color, rasgos compositivos  y el tema.  La experiencia estética tan apreciada en la modernidad, la presencia única de la obra de arte, sólo tendría lugar en el caso de que el usuario decidiera ir a observar la obra a su emplazamiento real.  Sin embargo, la página no es publicidad, ni un catálogo; no tiene relación directa con lo que está exhibido o disponible para la compra en el país. Así, “Bola de nieve” expone a las imágenes del arte local a usos múltiples (placer, información, reutilización) y ubica al observador principalmente como consumidor de la imagen de internet.  Mientras tanto, en cuanto a los circuitos tradicionales del arte, le ofrece caminos inciertos: plantea la observación directa como una probabilidad y la compra como una probabilidad realmente remota. 

Buenos Aires es una ciudad que cuenta con un sistema de galerías bien organizado y varios eventos de exhibición a lo largo del año, incluyendo ARTEBA, una de las ferias más importantes de América Latina.  Pero “Bola de nieve”, siendo un sitio muy popular y adscrito a una prestigiosa revista, no ofrece ningún modo de articulación entre su proliferante espacio virtual y estos espacios reales.  Esta curiosa desarticulación evidencia parte de la dinámica que se presenta en varios países latinoamericanos (Colombia, Chile, por ejemplo), la cual consiste en remediar la falta de incentivo al mercado real del arte con el otorgamiento de premios y becas. En el caso que nos ocupa, Telefónica otorga los premios MAMbA.  Varios interrogantes que no desarrollaré en este breve análisis surgen de esta iniciativa, entre ellos el papel de las fundaciones de empresas multinacionales en el mercado local del arte y la intención tras esta desarticulación de esfuerzos de fomento[1],  y las implicaciones de la asimetría entre los espacios virtuales y los espacios reales donde también circulan imágenes[2].

3. La cultura visual ofrece la posibilidad de entender la relación entre la producción visual y las complejas realidades sociales y políticas de los países de Latinoamérica, tanto para los medios de comunicación, como para el arte y las prácticas visuales cotidianas.  Creo que las herramientas teóricas culturales resultan mucho más útiles que las de la historia del arte u otras disciplinas, para entender cómo los productos visuales, más allá de reflejar la realidad, intervienen sobre ella.  En este aparte me ocuparé de la televisión por ser, como lo afirma Martín-Barbero, un espacio particularmente significativo de reconversión económica, de preocupación política y de transformación cultural (Telenovela).

Desde el año 2006 se han venido produciendo en Colombia series y miniseries televisivas relacionadas con el narcotráfico.  La mayoría han sido realizadas por compañías colombianas en consorcios internacionales y exportadas en diferentes modalidades (desde el producto original hasta derechos de adaptación) a numerosos países, con gran éxito.  Con records de audiencias dentro de Colombia, estas series se convirtieron en la nueva versión de la telenovela colombiana; una telenovela con historia limitada que se adapta bien a la lógica de rápida circulación, de alto impacto y permanente novedad que prima en la sociedad de consumo.  Aunque han sido vendidas como series, tanto la publicidad, como el impacto que generan en el público ha sido similar al de las telenovelas; tienen la capacidad de reunir a la familia todos los días a la misma hora, de crear expectativas y comentarios, que ya no se divulgan en los pasillos de las oficinas sino en los blogs de periódicos y admiradores.

Sin tetas no hay paraíso, de veintitrés episodios, fue la primera de estas series, y causó gran controversia debido a debido al tratamiento que hace de la cirugía estética de senos y la prostitución adolescente como vías de ascenso social en el contexto del narcotráfico.  A pesar de de las intenciones del Canal Caracol por plantearla como una serie ‘educativa’ que invitara a las adolescentes a reflexionar sobre los peligros de la cirugía estética y sobre la prostitución como alternativa económica, Sin tetas no hay paraíso fue duramente criticada por varios sectores de la sociedad.  Esta telenovela problematiza la regulación estética del cuerpo femenino dentro del contexto del narcotráfico, pero también de los roles de género y la estética en general.  Adicionalmente, exhibe los modelos morales y de comportamiento social propios de la cultura del narcotráfico, la lógica del dinero fácil y su relación con la pobreza, el poder ejercido de forma visible y violenta, el reto permanente a la legalidad.  Es cierto que esta telenovela y las otras que se han producido reflejan la realidad colombiana; es más, varias de ellas están basadas en libros testimoniales (uno de ellos escrito por un excapo).  Pero, en la medida en que los productores ponen esta realidad de moda, la vuelven “cool” a través de superproducciones  (como  El cartel de los sapos, producida en 2008 o incluso El patrón del mal, de 2012, menos glamorosa pero igualmente válida como modelo de estilo de vida y subjetividad) y la repiten una y otra vez, la domestican, le quitan su porción de realidad trágica, y por otro lado, facilitan la reproducción del modelo narco.  Podría pensarse que estas series funcionan como mecanismo de reflexión, y también que pueden reflejar las aspiraciones de la sociedad que representa, pero también puede tratarse de una simple estrategia comercial de las productoras que toman con ligereza el impacto de la televisión en la sociedad.  La cultura visual, con sus herramientas interdisciplinarias puede responder las preguntas que quedan abiertas en relación con la regulación y la reproducción de modelos morales e identidades; sin embargo, el análisis de la interacción con las audiencias requeriría elementos de la antropología y la comunicación.

4. La cultura visual habilita la articulación de tradiciones y relaciones entre productos/eventos visuales, más allá de las clasificaciones tradicionales de la historia del arte occidental.  Particularmente creo que  la cultura visual puede ocuparse del uso consciente, muchas veces subversivo, que los autores contemporáneos hacen de diversas tradiciones visuales (de la historia del arte, de los medios masivos, de las técnicas).  Con esto me refiero, por ejemplo, a lo que hace José Pedro Godoy en la serie “Versión no oficial del desnudo masculino”.  Este autor pone a funcionar, en una serie de 75 cuadros las convenciones de la pose masculina y el encuadre de la historia del arte, y las convenciones fotográficas de la pornografía gay, particularmente la divulgada por internet.  ¿A qué tradición se articula la nueva obra?¿Qué razones e implicaciones culturales tienen los cruces?

La cultura visual también brindaría herramientas para analizar la forma en que los autores actuales, en esta época de proliferación de imágenes y estilos, se articulan de manera más libre a ‘tradiciones’ que superan las fronteras geográficas y que quizás no hayan sido trazadas desde la historia del arte.





[1] En cuanto al papel de las fundaciones, los casos de Chile y de Brasil son dignos de análisis.  En este último, el banco Itaú posee una de las más grandes colecciones nacionales y otras entidades patrocinan las bienales de Sao Paulo y Porto alegre.  El papel de la responsabilidad civil como figura de uso eficiente de los recursos por parte de las empresas y su relación con las escenas artísticas es un punto de entrada interesante.
[2]  Otro caso de asimetría entre lo virtual y lo real se da en la tienda de Agustín Bossini Pithod, fotógrafo y diseñador argentino, la cual cuenta con cientos de fotos de su colección de ropa, que son actualizadas permanentemente, mientras que la colección es difícil de localizar y de comprar por la baja producción y la dispersión de piezas sueltas en múltiples tiendas de la ciudad.  

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